El daño sufrido por el gasoducto que conecta Finlandia con Estonia, y que permanece inoperativo desde el fin de semana pasado, fue causado por una “fuerza externa”. Así lo ha confirmado este martes el ministro finlandés de Clima, Kai Mykkänen, en declaraciones a los medios de comunicación en Luxemburgo, donde se celebraba una cumbre de los responsables europeos de esa cartera.
“Todo lo que podemos afirmar es que ha sido una fuerza externa”, ha reconocido Mykkänen al tiempo que deslizaba que su país no culpará a ningún país u ente concreto por este ataque hasta que tenga evidencias claras. Las pesquisas preliminares ya habían puesto encima de la mesa la posibilidad de un “sabotaje”, como el sufrido el año pasado por el Nord Stream, la principal vía de entrada del gas ruso en la UE.
El incidente en el Balticconnector —que lleva inutilizado desde la madrugada del domingo— y la guerra abierta entre Israel y Hamás han provocado un abrupto repunte en el precio del gas natural. El índice holandés TTF, que se utiliza como referencia en todo el continente, cerró la semana con un repunte superior al 40%. Este lunes y martes, sin embargo, el mercado gasista apunta a una relativa relajación en el entorno de los 50 euros por megavatio hora, máximos desde finales de agosto.
Cinco meses de reparación
La previsión de los operadores finlandés y estonio del Balticconnector es que las tareas para reparar el tubo duren al menos cinco meses. Con ese calendario, el gasoducto quedaría inactivo en invierno —cuando el consumo de gas se dispara, en especial en países tan fríos como estos— y solo volvería a estar operativo a partir de la próxima primavera. Tanto la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, a la que pertenecen ambos países) como Estados Unidos han ofrecido su apoyo a las autoridades finlandesas en la investigación, que han respaldado íntegramente.
El Gobierno ruso, al que se dirigen la mayoría de miradas cuando se produce un suceso de este tipo, ha negado tajantemente su implicación. El presidente del país euroasiático, Vladímir Putin, calificó el viernes pasado de “tontería” que las sospechas se cerniesen sobre el Kremlin y afirmó desconocer la existencia de la infraestructura: “Ni siquiera sabía que existía esa tubería”.
El cable entre Suecia y Estonia, también afectado
Poco después de que el Gobierno finlandés confirmase el sabotaje, las autoridades suecas han reconocido que otra infraestructura crítica para la región nórdica y báltica —uno de los cables de telecomunicaciones que conectan Suecia con Estonia— sufrió daños prácticamente a la vez que el gasoducto. A diferencia de este, sigue operativo.
“No podemos decir, por el momento, la causa del daño“, ha afirmado este martes el ministro para la Defensa Civil sueco, Carl-Oskar Bohlin, en una conferencia celebrada en Estocolmo. “Lo que sí podemos decir es que se produjo a una hora similar y en un lugar próximo al del daño sufrido por el gasoducto entre Finlandia y Estonia”.
La preocupación de la Unión Europea y la OTAN sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras más sensibles, como las energéticas o las de comunicaciones, ha ido a más en los últimos meses. En especial, desde el ataque que dejó fuera de juego el Nord Stream en septiembre de 2022. Este lunes, el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, reconoció la existencia de un gran número de conexiones en el lecho del mar Báltico y anunció que su país y sus socios en la Fuerza Expedicionaria Conjunta (el Reino Unido, Dinamarca, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Islandia, Holanda y Noruega) explorarán nuevas vías para protegerlas.
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