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¿Qué identifica a una empresa B?

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El concepto de empresa B se refiere a una certificación otorgada a aquellas entidades que buscan equilibrar sus objetivos sociales y ambientales con la rentabilidad económica. Ser una empresa B supone adherirse a estrictos criterios de rendimiento social, ambiental, así como de transparencia y responsabilidad, superando el enfoque convencional que se centra únicamente en maximizar las ganancias. Este movimiento internacional, iniciado en 2006 por la entidad sin fines de lucro B Lab, presenta un nuevo paradigma de negocio que va más allá de la filantropía o la responsabilidad social corporativa, colocando el impacto positivo como eje central de la estrategia empresarial.

Conceptos básicos de las compañías B

Las empresas B se distinguen por adoptar un enfoque integral respecto a su impacto, evaluando y gestionando el efecto de su actividad en sus colaboradores, clientes, proveedores, la comunidad y el entorno natural. Este compromiso se traduce en cinco áreas esenciales que componen la Evaluación de Impacto B:

Gobernanza: las empresas B integran su misión social y ambiental en sus estatutos y sistemas de toma de decisiones, garantizando que el propósito persista a pesar de cambios en la dirección o entre los accionistas.

Trabajadores: se valora el bienestar de los empleados mediante políticas de inclusión, equidad salarial, desarrollo profesional y un entorno laboral seguro y saludable.

Comunidad: se pretende apoyar el progreso local, fomentando vínculos equitativos con los proveedores, integración social y la creación de trabajos decentes.

Entorno natural: dedicación clara a reducir el impacto ambiental adverso a través de prácticas de producción sostenibles, utilización eficiente de recursos, disminución de emisiones y protección de la diversidad biológica.

Clientes: las empresas tipo B buscan crear productos y servicios que satisfagan necesidades auténticas, contribuyendo con valor social o ambiental.

Condiciones y proceso de obtención de certificación

Convertirse en una empresa B no es un trámite sencillo. Es una certificación voluntaria, pero rigurosa. Las organizaciones interesadas deben someterse a una evaluación exhaustiva mediante la Herramienta de Evaluación de Impacto B. Este análisis abarca más de 200 preguntas adaptadas a la industria, tamaño y país, con énfasis en datos verificables.

Es necesario obtener al menos 80 puntos de un total de 200 para aprobar, y luego presentar documentación justificativa y someterse a un proceso de validación que podría incluir entrevistas y visitas al lugar. La certificación se evalúa cada tres años y se puede perder si una empresa no mantiene o mejora sus estándares.

Un aspecto distintivo reside en la obligación de modificar la estructura legal de la empresa, incorporando explícitamente la responsabilidad de considerar el impacto social y ambiental en la toma de decisiones corporativas. Esto proporciona garantías de que la misión de triple impacto queda protegida a largo plazo.

Ventajas competitivas de ser una empresa B

Adoptar el estándar B Corp representa una ventaja estratégica para quienes comprenden las demandas emergentes de consumidores, inversionistas y talento humano. Diversos estudios sugieren que empresas con propósito claramente definido experimentan mayores niveles de compromiso interno y lealtad de clientes. Según B Lab, hay más de 7,000 empresas B certificadas en el mundo, en sectores tan variados como la alimentación, tecnología, servicios financieros y manufactura, distribuidas en más de 90 países.

Ser parte de la comunidad B permite el acceso a una red de empresas con valores compartidos, alianzas estratégicas y prácticas empresariales líderes. Por ejemplo, la empresa chilena TriCiclos se ha convertido en un referente de ingeniería para la gestión de residuos, ejerciendo influencia en políticas públicas y cadenas de valor sostenibles en América Latina. Otras marcas globales como Patagonia, Ben & Jerry’s o Danone han demostrado que este modelo es viable y escalable en compañías de todos los tamaños.

Además, las compañías B son más atractivas para los inversionistas interesados en el impacto social, organizaciones financieras dedicadas y fondos de inversión ética, en un entorno donde la sostenibilidad cobra mayor importancia para atraer capital.

Retos y desafíos del camino B

El proceso de convertirse en una empresa B puede enfrentar obstáculos significativos. Implica rediseñar procesos internos, medir y reportar indicadores de impacto, y enfrentar posibles costos adicionales en materiales sostenibles o desarrollo de talento. Existen contextos regulatorios y culturales que pueden dificultar la adopción, especialmente en regiones donde la sostenibilidad aún no es prioridad política o empresarial.

No obstante, aquellos que han pasado por esta experiencia sostienen que las ventajas superan con creces los retos iniciales. La perspectiva integral de las empresas B exige replantear el papel del negocio en la comunidad y fomenta la innovación apoyada en la cooperación y la empatía.

El impacto B en la actualidad

El movimiento B está redefiniendo el significado del éxito empresarial, al reclamar un equilibrio auténtico entre ganancia económica y contribución al bienestar colectivo y ambiental. Más que una distinción, ser una empresa B implica asumir una responsabilidad activa en la solución de problemáticas sociales y ecológicas urgentes. Adoptar esta visión es aceptar el reto de liderar cambios transformadores, demostrando que es posible prosperar económicamente sin renunciar a los principios éticos y el compromiso con el planeta y las personas.

Por Samuel D. Herrera

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