El Real Madrid se inventó una victoria ante el Baskonia. Los blancos fueron avasallados durante todo el encuentro en Vitoria, estériles en la capacidad reboteadora, muy necesitados de un Tavares lesionado, y dóciles ante el empuje vasco. Un panorama desolador que no les hizo perder las ganas del triunfo. Aguantaron el chaparrón y, cuando sus rivales se relamían con la victoria, ejecutaron varias acciones defensivas de campeón para silenciar a un Fernando Buesa que, por momentos, parecía un recinto balcánico. Un partido, una victoria en Euroliga para los blancos
Chus Mateo volvió a confiar en Diagne como titular, un muro larguísimo, de solo 16 años, que está consiguiendo lo que parecía imposible: disimular un poco la ausencia de Tavares por lesión. Sin embargo, su debut en Euroliga fue menos dulce que el de ACB. Los interiores de Baskonia atacaron al pívot para darle la bienvenida a la máxima competición continental, y consiguieron sacarles dos faltas que lo mandaron directo al banquillo.
El inicio del duelo fue tenso, en la cancha y en las gradas, donde la afición vitoriana no desaprovechaba ni una ocasión para abuchear a los blancos, quienes se refugiaban en el acierto desde la línea de tres para calmar las turbulentas aguas. Mención especial a Causeur, que acumulaba acciones defensivas espectaculares sin despeinarse para que sus compañeros cabalgasen sin miedo hacia la canasta vasca.
Musa y Yabusele también se mostraban espectaculares, pero Costello, muy enchufado, conseguía minimizar el hambre del bosnio y del francés. Al estadounidense se le sumaron Moneke y Diop, que con su físico y don de la oportunidad consiguieron dar la primera (y pequeña) ventaja del partido al Baskonia.
El tiro de tres escribía el guion del duelo, sin miedo ambos bandos a soltar la muñeca aunque la situación no fuese favorable. Llull sumó tres de alta factura, casi seguidos, un cuchillo el menorquín en Vitoria. Yabusele y Hezonja siguieron su ejemplo, muy solos los blancos, blanda la defensa del Baskonia.
La única crítica que se le podía lanzar al Madrid era su inoperancia para cerrar el rebote en ataque, grieta que permitía a los vascos seguir metidos en el partido. Eso y el extraordinario partido de Moneke, claro. El nigeriano desquiciaba al defensor que se le ponía enfrente, daba igual si era Hezonja o Rudy Fernández. Sus gafas salían volando por los golpes que le propinaban los blancos, pero siempre acababa sacando algo de provecho de sus cargas de caballería.
Nadie aflojó tras el descanso, tremendo el intercambio de golpes. Incluso Poirier se animó y sumó un triple, de los pocos que se le recuerdan en su carrera. Al francés le bajo los sumos poco después Costello con un mate espectacular, humillante para el francés, que dejó muy claro que los vascos ni se les pasaba por la cabeza rendirse. Su físico les impulsaba y los despistes del Madrid le dejaban cada vez más contra las cuerdas.
Decisión blanca
No estaba fino Howard, la gran estrella del Baskonia, pero emergió el italiano Mannion para liderar a los suyos. Mientras, el Madrid estaba confuso, encomendado a Sergio Rodríguez para encontrar algo de clarividencia. Sin embargo, su amplia y lujosa plantilla les permitía no salirse del sendero.
En el abismo, a los blancos les dio por doblar las piernas y aumentar la intensidad defensiva. Un robo de Campazzo y un tapón de Poirier les impulsaron en las últimas posesiones. Falló Howard el tiro decisivo y el Madrid, por primera vez en la noche, sonrió.