El Papa lanzó una grave alarma este miércoles al afirmar que “el mundo que nos acoge se va desmoronando” y “acercándose quizás a un punto de quiebre” mientras que son insuficientes las reacciones contra el calentamiento global.
En un nuevo texto sobre la cuestión climática conocida este miércoles y titulada “Laudate Deum” (Alaben a Dios), Francisco vuelve sobre el tema ocho años después de su encíclica ecológica “Laudato si”, unas semanas antes de la nueva ronda de conversaciones climáticas de las Naciones Unidas en Kuwait.
El pontífice argentino recordó que muchas personas “pretendieron burlarse de esta constatación” y pidió medidas de transición energéticas que sean vinculantes “y se puedan monitorear”.
Cambiar el estilo de vida irresponsable
Francisco pidió que Occidente “cambie su estilo de vida irresponsable” para frenar la crisis y rechazó que se culpabilice a los pobres por el calentamiento global.
“Un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para si mismo”, afirma el Papa en la última frase de su exhortación apostólica “Laudate Deum (Alaben a Dios) que la define dirigida “a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”.
La realidad impone ocuparse del tema a causa de la aceleración de los sucesos que ocurren como el aumento de la temperatura terrestre causada por los seres humanos y la falta de resultados en las continuas cumbres que se realizan para afrontar la situación.
La velocidad con que aumentan estos peligrosos cambios “es un hecho inocultable” y tienen que ver con “la desbocada intervención humana sobre la naturaleza”.
“Ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático”, afirma Jorge Bergoglio.
El Vaticano hasta ahora no dio ninguna explicación de por qué se eligió esta mañana de miércoles para dar a conocer el documento, prácticamente a la misma hora que Francisco ofició en la plaza San Pedro de Roma la misa de apertura del Sínodo de los Sínodos.
“Es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas”, afirma. “Algunas de sus consecuencias son irreversibles al menos por cientos de años aunque hay margen para que la humanidad frene antes del abismo climático”.
“Las soluciones efectivas no vendrán solo de esfuerzos individuales, sino ante todo de grandes decisiones en la política nacional e internacional”.